Hace algunos años una mujer testificó en la reunión de mujeres de nuestra iglesia que: “alababa a Dios quién había sido tan bueno pues no había permitido que su hijo tuviera un accidente de carro”. La pregunta que surgió inmediatamente en mi mente fue y ¿Sí el Señor soberanamente hubiese permitido el accidente seguiría siendo bueno? Trataremos de ver la respuesta a esta interrogante en el estudio de hoy.
La Soberanía de Dios, es Su perfecta determinación y ordenación soberana de todas las cosas que se refieren tanto a si mismo (sus decretos y acciones), como a su creación (incluyendo los acontecimientos de la historia y los pensamientos y acciones de los hombres), todo para la magnificación de Su máxima gloria. (J. MacArthur). Él es absolutamente independiente; no está sujeto a nadie, ni es influido por nadie. Dios actúa siempre y únicamente como le agrada. Nadie puede frustrar ni detener sus propósitos. Sostiene todas las cosas con su omnipotencia y determina la finalidad que cada uno está destinado a servir. Gobierna como Rey en el más absoluto sentido de la palabra y todas las cosas dependen de Él y le sirven a Él. C.H. Spurgeon dice:
“No hay atributo más confortador para Sus hijos que el de la Soberanía de Dios. Bajo las más adversas circunstancias y las pruebas más severas los creyentes creen que la Soberanía los gobierna y que los santificará a todos. Para ello, no debería haber nada por lo que luchar más celosamente que la doctrina del Señorío de Dios sobre toda la creación -el reino de Dios sobre todas las obras de sus manos. El trono de Dios, y su derecho a sentarse en el mismo. Por otro lado, no hay doctrina más odiada por la persona mundana, ni verdad que haya sido más maltratada, que la grande y maravillosa, pero real, doctrina de la Soberanía del Dios infinito. Los hombres permitirán que Dios esté en todas partes, menos en su trono. Le permitirán formar mundos y hacer estrellas, dispensar favores, conceder dones, sostener la tierra y soportar los pilares de la misma, iluminar las luces del cielo, y gobernar las incesantes olas del océano; pero cuando Dios asciende a su Trono sus criaturas rechinan los dientes”.
Es fácil hablar de la soberanía de Dios cuando nos pasan cosas lindas y obviamente decimos “gracias a Dios” porque Él reina y está en control. Interesantemente hay dos áreas de la soberanía de Dios con lo que encontramos dificultades y que no son tan fáciles de aceptar: La primera, Dios es soberano sobre el mal. En segundo lugar, Dios es soberano sobre nuestra salvación.
¿Qué significa que Dios es soberano sobre el mal?
Como mujeres creyentes estamos de acuerdo que Dios es soberano sobre el bien, pero cuando ocurren cosas malas, cuando ocurren tragedias nuestro concepto de la soberanía de Dios puede verse alterado. Al encontrarnos en luchas y dificultades hay cristianas que buscan exonerar a Dios de dicho asunto y le despojan de su soberanía. Otros dicen que Dios hace lo bueno pero que Satanás es el que hace lo malo, por lo tanto, Dios no es responsable o culpable por nada malo que nos ocurra.
Muchos creyentes no pueden aceptar qué algo malo venga del Dios que amamos, pero ciertamente esto no es bíblico porque cuando la palabra nos habla de la soberanía de Dios lo presenta como Él soberano absoluto sobre todo y cada aspecto de Su creación. Veamos juntas lo que Su Palabra dice a continuación.
Lee Éxodo 4:11, y responda las siguientes preguntas:
“Yo he creado la luz y la oscuridad; yo hago el bien y envío la desgracia.
Yo soy el único Dios, y sólo yo hago todo esto”. Isaías 45:7. (TLA)
“Si la gente se alborota, es porque sonó la alarma; y si la gente se espanta,
es porque algo malo sucede. Y si algo malo sucede, es porque Dios lo causó”. Amos 3:6. (TLA)
“Con todo lo declarado en Su Palabra ¿A qué conclusión podemos llegar junto con Job? Si aceptamos todo lo bueno que Dios nos da, también debemos aceptar lo malo”. Job 2:10. (TLA)
En conclusión, debemos adorar a Dios sin importar lo que Él decida hacer por muy difícil que sea. Cuando algo malo nos sucede necesitamos una explicación o queremos respuestas a nuestras inquietudes, antes de hacer lo correcto, que es confiar en el plan divino. Ciertamente, Dios no tiene que explicarnos nada porque Su Palabra dice que “…nosotros somos barro” y tenemos un único deber frente a nuestro alfarero: Adorarlo y obedecerlo (Is. 29:16); aun cuando no entendamos. Lee los siguientes pasajes y conteste las preguntas.
De una manera misteriosa, Dios soberanamente ha decretado el mal para sus buenos propósitos. Esta es una paradoja o una aparente contradicción. Lee Eclesiastés 7:14, y marque lo que Dios declara en ese pasaje.
Aunque esto es difícil de comprender tenemos que confiar en los buenos propósitos de Dios, ya que Dios tiene una óptica muy diferente a la de nosotras. Lee Génesis 50:20 y conteste las siguientes preguntas.
En conclusión, si Dios no fuera soberano y no tuviera el control de todas las cosas esta promesa de la Biblia sería imposible de cumplir por Su parte. Todo lo que pasa en nuestra vida ocurre con el fin de transformarnos a la imagen de Jesucristo, qué es nuestro mejor bien posible, eso lo describe la frase “Toda obra para bien”.
¿Qué significa que Dios es soberano en nuestra salvación?
Necesitamos tener presente que nosotras somos por naturaleza pecaminosas y la materia prima de todo pecado es el egoísmo y el orgullo que radica en lo profundo de nuestro corazón. Así que aún en nuestra salvación mostramos nuestro orgullo porque queremos creer que hemos participado de alguna manera en ella y que por eso debemos recibir parte de la gloria. Evidentemente la Biblia dice que no contribuimos en nada a nuestra salvación. Lee los siguientes pasajes:
Definitivamente nosotras no podemos generar absolutamente nada, y por lo tanto ninguna fe. Aquí surge la gran contradicción pues si Dios es quién escoge y salva a sus hijos, entonces Dios también es soberano sobre aquellos a quienes no salva y que terminan en el infierno. Es necesario aclarar que el hombre siempre actúa como un agente libre pero también responsable de rechazar flagrantemente a Dios. El hombre debe asumir su responsabilidad y culpabilidad, nadie se puede excusar (Ro. 1:21-23). Con todo Dios siempre llevará a cabo su plan soberano, usando a ese agente libre para hacer lo que Él soberanamente quiere.
Esta es una verdad inescrutable, es un gran misterio en la Palabra y muy difícil de aceptar. Según Romanos 9 18-21 “Si alguien me dijera: «¿De qué nos va a culpar Dios, si nadie puede oponerse a sus deseos?, 20 yo le contestaría: «Amigo mío, tú no eres nadie para cuestionar las decisiones de Dios.» La olla de barro no puede quejarse con el que la hizo, de haberle dado esa forma. 21 El alfarero puede hacer con el barro lo que quiera. Con el mismo barro puede hacer una vasija para usarla en ocasiones especiales, y también una vasija de uso diario” (TLA).
Busque en su Biblia el versículo 19 y marque lo qué no puede hacer ningún hombre. Luego marque la respuesta que da Pablo en el versículo 20.
Es clave resaltar la soberanía de Dios en la crucifixión, porque no hay crimen mayor qué el que se cometió contra Jesucristo. Judas fue el responsable de entregarlo, sin embargo, es a través de ese pecado que Dios trajo el mayor bien que la humanidad jamás ha conocido y conocerá. Así que, aunque el hombre sea responsable creemos que también Dios controla todos los detalles que los hombres malvados provocan y que incluye toda clase de situaciones perversas ya que el cielo gobierna, sobre todo.
Dios es soberano, pero también nosotras somos responsables de nuestras acciones. Por lo tanto, no debemos usar la soberanía de Dios como pretexto de pereza para no hacer la obra que Dios nos ha encargado de compartir el evangelio para que otros conozcan y decidan su destino eterno. La soberanía de Dios es una doctrina hermosa y no solamente aplica a los grandes temas que hemos visto sino a cada aspecto de nuestra vida; como todas las pequeñas cosas que funcionan alrededor nuestro para que podamos vivir y tener una vida de gozo y deleite aquí en la tierra. Por lo tanto, debemos alabarle por sus obras y proezas, y agradecerle por todo lo que hace en nosotras por su gran soberanía.
Te animamos a realizar la siguiente oración.