Oremos…
Amado Padre Celestial, que estas sentado en tu trono de Gracia y rodeado de multitudes de adoradores. Te doy gracias por el consuelo de tu presencia, te adoro hoy junto con todos los que están en el cielo y todos los que están en la tierra.
Mientras sigo pensando en Efesios 4:24-32, que analiza cómo los creyentes debemos vivir “rectamente”, leo que somos creados para ser como Dios en la verdadera justicia y santidad. No solo en “justicia” sino también en “santidad”. Es fascinante descubrir que de todos los rasgos del carácter que estudiamos sobre Ti, tu santidad se menciona con mayor frecuencia en las Escrituras. Eres Santo, o apartado, porque no hay ser que pueda compararse con tu pureza y unicidad. El Salmo 29:2 dice: “Adorad al Señor en el esplendor de Su santidad; tiembla delante de él, toda la tierra.” ¿Esplendor? Esa palabra puede significar “brillantez” o “magnificencia”. Si pudiéramos vislumbrar tu santidad, temblaríamos ante Ti. Cuando le diste al apóstol Juan una visión de Ti mismo, él dice que cayó a tus pies como muerto (Ap. 1:17).
No puedo ser santa al mismo nivel que Tú santidad, amado Señor, pero deseo reflejar Tú santidad tanto como sea humanamente posible. Pienso en como satanás, este sistema mundial y nuestros propios deseos nos alejan de ser “correctos” y “santos”.
Regresando a Efesios 4 donde Pablo nos dice las formas en que debemos reflejar tu justicia y santidad, dos palabras a menudo unidas en significado. El pasaje advierte que debemos trabajar para tener algo que compartir con los necesitados. Parece que el énfasis del mundo está en ganar riqueza y acumular dinero para nosotros mismos en lugar de darlo. Además, el pasaje nos advierte que no usemos “palabras corrompidas”, pero casi todas nuestras fuentes de entretenimiento están llenas de blasfemias y “falta de santidad”. ¡Somos arrancados tan fácilmente de la pureza! El versículo 31 nos dice que evitemos “la amargura, el enojo y la ira…” pero parecemos rodeados por un enfoque en estas emociones. El versículo 32 nos insta a ser amables y perdonadores, ¡pero gran parte de las redes sociales es todo lo contrario! Oh, Amado Padre, ser santa es una batalla constante con la injusticia que nos bombardea.
Vengo hoy a tu trono de Gracia confesando que quiero vivir en la santidad que te agrada. Vengo en el nombre de Cristo, quien me hizo justa ante tus ojos, Amén.
C.K. Wilson, 2022. Traducción Nancy Mckeeth.