Oremos…
Padre celestial: Estoy meditando en Ti hoy, imaginando cómo eres. Miro intensamente al cielo y sé que Tú existes en algún lugar en gloria increíble, la luz más brillante que alguien pudo imaginar. Hay millones de seres alrededor de Ti, dándole alabanzas continúas. Tú eres más asombroso de lo que imaginación pudiera concebir jamás.
Estoy tan impresionada de que Tú has dado a todos la oportunidad de conocerte. El Salmo 19:1 dice: “Los cielos anuncian la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” El tablero de mensajes más grande a toda la humanidad es el cielo. Todos se fijan en ello, de tiempo en tiempo, mirando las nubes, las estrellas, los colores cambiantes de tu pantalla, preguntándose Quién está allá y quién lo hizo todo. Tu respuesta queda clara en la totalidad de los cielos: “ESTOY AQUÍ. YO HICE TODO EN EL UNIVERSO. Y LO MANTENGO. CREE EN MI. YO EXISTO.”
El Salmo 19:1, citado arriba, me dice que el tablero de mensajes de los cielos transmite dos verdades acerca de Ti: Tu gloria y Tus obras. Yo veo tu gloria allí. Tú eres inmenso, hermoso y digno de alabanza. También veo “Tus obras” en el asombroso proyecto de la Creación. Es complicado, enorme e imposible humanamente.
El Salmo 8 empieza y termina con la misma declaración: “Oh, Jehová, Señor nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos.” Intento pensar en los sinónimos que expresan la majestad de tu nombre y tu gloria que puedo ver en los cielos. Magnifico, abrumador, incomprensible, aterrador, fantástico, exige humildad en mí.
Todo lo que puedo hacer es inclinarme en adoración ante Ti, mi Dios. Estás más allá de mi entendimiento. Estoy tan asombrada por tu manera de mostrarte a Ti mismo a todos, y tan agradecida de que abrieras mis ojos para saber con confianza que existes. No sé cuándo vendrás a rescatar a los que creemos en Ti, pero oro para que mucha gente más vea tu mensaje en los cielos y persigan en fe la salvación que ofreces. Vengo humildemente en el nombre de Cristo, la única fuente de mi salvación, Amén.
C.K. Wilson, 2022. Traducción Nancy Mckeeth.